jueves, 26 de junio de 2014

Fakebook

La mayoría de los humanos lo ven todo humanamente, pasan el universo entero a
través del tamiz de sus emociones y le atribuyen sus estados de ánimo, esperanzas y
deseos. Ante la indiferencia del absoluto y lo inevitable se esconden aterrados tras las
viejas estatuas de sus ídolos, e imaginan diálogos imaginarios con grandes amigos
invisibles que crecieron junto a ellos desde sus más tiernas infancias.

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El abuso de lo social es similar a las adicciones. Una dependencia obsesiva de las
imágenes que el adicto a la sociabilidad crea de los demás. Imágenes accesorias de su
vida. Personajes secundarios que vienen a sustentar la gigantesca importancia que suele
dar a su ego. Hoy todos se creen en cierta forma artistas y van por los mundos
virtuales mendigando atención. Esperan una moneda en su sombrero por mostrar los
maravillosos detalles de su vida, sin imaginar cuan aburrida es para el resto de los
egoístas.

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Como un ejército de uno solo marcharé, siempre uno solo y nadie más. Recelo y
desconfianza  hacia quien se disfraza de semejante para hacerme amar la religión que ha
surgido de sus masturbaciones espirituales. Pero yo me rebelo con los ojos rojos
mientras devoro la presa que acabo de cazar con mis manos valientes. Y conmigo
marchan millones y millones de otros yo, que son solo a mi imagen y semejanza.
Aplastando a los otros que ocupan un mundo que solo debe ser para mí y nadie más.

Mientras sigamos creyendo que los demás son nuestro único recurso para alcanzar la felicidad, ellos seguirán siendo nuestra principal fuente de sufrimiento.