miércoles, 14 de enero de 2015

El espejo

Ver al otro, en su animalidad intrínseca, en su desesperada levedad biológica, en su pequeñez cósmica, en su suprema ignorancia, cuya única oportunidad de nobleza es asumirla en forma profunda y permanente.

Ver al otro, sobreviviendo en un revoltijo de atributos, denominaciones y etiquetas. Atrapado en la cruel belleza del lenguaje, que lo encarcela en palabras que a menudo se confunden con verdades universales. Ver el espejo.

Ver un humano. ¿Y qué cosa es un humano? Alguien que se autodenomina, alguien que se siente especial contrastando sus habilidades con la humilde inteligencia de las otras especies.  Alguien que podría no saber jamás qué es en realidad. Todas las posibles respuestas lo llevarían nuevamente a la prisión de su soliloquio, a entrar nuevamente en la fantasía compartida de que el universo es definible, de que es un ser social, de que necesita de sus sentimientos, cuando en realidad son ellos los que parecen  precisarlo para existir.

Son nobles sus intentos por conocer y encontrar un orden, una respuesta. Su ciencia es noble, su arte a veces también. Cuando se olvida de si mismo lo encuentro más respetable. Cuando se ve arrastrado por sus necesidades y placeres lo encuentro comprensible. Cuando tiende a desear que otros piensen como él lo encuentro patético. Cuando utiliza la violencia lo encuentro triste, muy triste, pero quizás él no pueda evitarlo. Nació en un mundo violento, donde todos se nutren de todos, creció en un universo violento, que nació de una explosión furiosa y donde las estrellas y otros seres aterradores devoran mundos y galaxias.

Ha comido el fruto del árbol del conocimiento, y su peor castigo ha sido darse cuenta, descubrirse mortal y falto de respuestas. Su pena es vagar por el mundo descubriendo el infinito tamaño de lo que ignora y la levedad de su existencia.

Está atrapado en una burbuja de piedra, aire y agua, en mitad de un universo adverso. Cuando intenta salir lo atormentan la radiación y la asfixia. Sus huesos se vuelven blandos y le recuerdan que está diseñado para circular solamente sobre una roca esférica. Él tiene el defecto de soñar que es libre, que puede habitar en otros mundos, que puede escaparse.

¿Podrá algún día vivir lejos de la celosa mirada de Tanit y Ra?