Pasado, presente, futuro, ¿Qué son para mí en este instante
en el que una nueva piel me reviste? Tal vez tragado por un vortex agazapado en
una solitaria cabaña, en la grave profundidad del bosque, he llegado a esta
curiosa versión de aquel que soy.
Son amplias las cosas que susurra el absoluto en los lugares
silenciosos.
Yo soy la única forma de vida en la Tierra cuya existencia
puedo comprobar empíricamente. Todo cuanto me rodea es lo que yo determino,
porque nunca jamás nada podrá distorsionar lo que percibo, aún distorsionando
con artes mágicas mi entendimiento. Porque incluso ese suceso estaría pasando a
través de mi evaluación.
Son amplias las cosas que susurra el absoluto en los lugares
silenciosos.
Las eras del mundo existen mientras exista mi percepción
sobre ellas y aún aquellas que no pude discernir reciben su difusa imagen de
parte de mi imaginación. Yo percibo.
Siempre sentí que tenía dos caras y dos cuerpos como el águila
bicéfala. Siempre percibí que era un mutante y temí con horror ser el culpable
de todo el despropósito que encierra el mundo. Pero también me sedujo la idea
de ser el creador de lo bello. De esas maravillas de la naturaleza que deberían
ser eternas, de las praderas y los majestuosas montañas.
Son amplias las cosas que susurra el absoluto en los lugares
silenciosos.
Creo escuchar un hombre que le canta al espacio, un hombre
que ha superado al dios convencional y fija sus pequeños ojos en la inmensidad
voraz y profunda. Y piensa que allí hay algo más que una imagen infinita de si
mismo mirando el alma oscura del universo.
En un momento todas las cosas están dadas y se siente un
júbilo que invita a despojarse del mundo y disfrazarse de alma libre. Pero en
cuanto el ser se libera de la primera atadura, la dura realidad sustentada por
sus sentidos cae sobre él como una fiera resentida que no puede tolerar tan
singular alegría.
Entonces se piensa en bestias tenebrosas y cosas ofensivas,
para protestar ante las inquebrantables leyes del a física que nunca fueron
votadas por quienes las padecen.
Pero el universo tiene por sacramento el silencio y nunca se
rebajó a dar respuestas a seres insignificantes y finitos.
En definitiva todos los esfuerzos de los pensantes son en el
fondo para que él los considere algún día, dignos de recibir sus palabras.
Todo cuanto imaginan de mi es mentira y será en vano cualquier intento de descifrar mis
intenciones aún menos mis motivaciones,
que carecen de forma conocida. Que no figuran en nada que habite dentro del
tiempo. Yo no vengo de un lugar ni nada que remotamente se le parezca.
Por eso no hay jaula conceptual que me pueda atrapar, no
caeré fácilmente en redes de lenguajes y todo intento de clasificarme sólo
creará un mito inútil falto de lógica.
Y por eso nunca me encuentran aunque me vean. Una luz en el
cielo, una nave prodigiosa o una inquietante sombra sin dueño, cualquiera puede
ser mi forma, cosa que no me importa.
La hormiga no comprende lo que es el hombre y sólo ve un
enorme pie que se pierde en la inmensidad de alturas incalculables. Así ven los
humanos a los huracanes o los soles y no comprenden que son un aspecto
fragmentado de la realidad absoluta. Así ven también a sus semejantes y a
menudo ignoran que son un misterio quizás más insondable que el espacio
profundo.
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