lunes, 22 de septiembre de 2014

Inteligencia artificial

Con el tiempo mis anhelos se volvieron dignamente austeros. Esperanzas pequeñas que se constriñen a una pequeña vida biológica envuelta en nubes de pensamientos. Pero mis sueños no, ellos crecieron enquistados en su imposibilidad. Y un día me vi con un manojo de universos entre las manos. Y no supe qué hacer con ellos. Me di cuenta que nada impedía que eso fuera real y todo lo que hacía con ellos era nefasto, caótico y sin sentido. Entonces me dije que quería renunciar a mi divinidad, porque para ejercerla debía cometer injusticias en aras de justicias mayores incapaces de anular el sufrimiento generado por sus existencias. Me vi incapacitado de lidiar con esas ecuaciones tan extrañas. Hoy pienso que quizás nuestros hijos, dotados de inteligencia artificial puedan resolver el dilema ya que no están sujetos al misterio de la vida.

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